Por la boca muere el pez...

Día : 17/Diciembre/07
Música sonando: Bruce Springsteen
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Inspirado por las anécdotas que he leído en algún post por ahí, me ha venido a la mente el día en que hice una nueva amiga con un comentario en el momento adecuado y en el estado de ánimo adecuado.

Hará cosa de 2 o 3 años, por motivos de trabajo tuve que desplazarme durante unos meses a un pequeño pueblecito de Zaragoza por lo que de lunes a viernes habitaba en un precioso hotel en el mismo centro del pueblo. El hotel estaba regentando por un gran cocinero y como recepcionistas había diversas mujeres de diversas edades que se iban turnando cada ciertos días, lo cual era un problema para mí, que para el tema de nombres y demás reconozco mi incapacidad/inutilidad.

El tema es que de las diversas mujeres, había una más jovencita (sobre los veintipico), otra sobre los treinta y la tercero sobre los cuarenta. Con el paso del tiempo, descubrí que la de 40 estaba casada con el cocinero, que la de 30 no era de la familia (era extranjera) y la de 20 no me quedaba claro si era o no, pero veía cierta similitud con la de 40, por lo que mis neuronas matinales (en bajo funcionamiento, por supuesto), intuyeron que sería o hija o hermana de la de 40.

Cierto día, al salir del hotel hacia la fábrica la chica de 20 me comentó que si iba a dejar el hotel el viernes tenía que pagar el jueves por la noche, porque tenían que hacer un arreglo en el sistema informático y no me podrían imprimir la factura, por lo que dije que no había problema y que así lo haría. Cuando regresé por la tarde, estaba de turno la chica de 40 y, en lugar de seguir directamente hacia mi habitación tras decir buenas tardes, como ví que estaba un poco mustiay apagada tras su cubículo, decidí ser un poco más amable y darle algo de conversación.... y ese fue mi gran error. ¡Por qué no seguiría mi primer instinto!

- Buenas tardes. Saludó la chica de 40.
- Hola buenas tardes (aquí se debería haber acabadola conversación, pero no). ¡Vaya frío que hace hoy! dije.
- Sí, por estas épocas no dan ganas de salir a la calle.
- Te doy toda la razón, dan ganas de irse a casita y no salir en toda la tarde.
- Sí, a mí todavía me quedan un par de horitas para acabar la jornada.
- Ya veo, yo mañana ya vuelvo a casa. Ya tengo ganas la verdad, comenté.
- Ah sí, por cierto, ahora que lo comentas...
- Sí ya sé, ya me lo ha comentado tu hija...
- ...
- Sí lo de pagar el jueves
- ????? ¿Mi hija?
(aquí debí haber intuido el peligro y salir corriendo, pero no, yo seguí allí para explicarme)
- Sí la chica que estaba esta mañana en recepción.
- Esa no es mi hija, es una chica del pueblo y tiene 25 años.
- Ah, es que me había parecido que erais familia y pensé que sería tu hija.
- ¿Pero qué edad crees que tengo?
(un frío empezó a recorrer mi espalda y estómago en ese momento mientras veía como se le iba poniendo roja la cara a la recepcionista)
- No, no, si yo lo decía por el parecido, balbuceaba ridículamente tratando de excusarme ante la más que probable cagada.
- Dios, solo me faltaba esto, hoy que tengo una depresión de caballo por cumplir 40 y que pensaba que estaba joven...
- "Tierra trágame" pensaba yo mientras intentaba buscar una explicación, pero la presión me podía y no pude articular más que "no, no, si ahora que lo dices es imposible que sea tu hija". ¡A quien se le ocurre intentar a animar a alguien el día que cumple 40 años!!!!! Y más, tan torpemente.

Y sin más que decir, subí a mi habitación pensando que esa noche no cenaría en el hotel, por si acaso y maldiciendo el segundo que decidí no seguir adelante después del "Buenas tardes". ¡Nunca más!.